Piñango y González se acercaron a la
tienda de productos budistas que se encuentra diagonal a la plaza Mayor.
Cuando entraron, la dependienta se
metió en la parte trasera a buscar algo, pero no regresó. Piñango se dio
cuenta y salió a la calle, donde comenzó una persecución
―¡Detente! ¡No tienes escapatoria!
―gritó. En cuestión de minutos logró capturar a la encargada.
La mujer que atendía la tienda budista
respondía al nombre de Clara Luisa Hernández. Rápidamente, después de su
detención, confesó su crimen.
Resulta que Clara Luisa, mujer casada,
mantenía una relación sentimental con el padre Henry. Éste le comunicó que ya
no quería seguir con la misma y ella decidió asesinarlo.
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